¡Bienvenidos al blog de la IE en el aula!

¡Bienvenidos al blog de la IE en el aula!

Este blog ha sido creado para el Trabajo de Fin de Grado de Pedagogía.

Aquí podréis encontrar información esencial sobre la Inteligencia Emocional, así como experiencias relevantes y recursos para llevar a cabo en el aula.

Pretende ser una herramienta útil para el profesorado de la etapa de Educación Primaria, aportando actividades orientadas al desarrollo de las diferentes habilidades que componen la Inteligencia Emocional.

miércoles, 25 de junio de 2014

Las fases de la Inteligencia Emocional

Centrándonos en la IE, tal como es concebida por Mayer y Salovey, comprendemos la Inteligencia emocional como un conjunto de habilidades emocionales que forman un continuo que abarca desde aquellas de nivel más básico, que ejecutan funciones fisiológicas fundamentales como la percepción y atención a nuestros estados fisiológicos o expresivos, a otras de mayor complejidad cognitiva que buscan el manejo personal e interpersonal. Las cuatro habilidades emocionales de complejidad ascendente planteadas por estos autores son:




     1.     La percepción emocional

En la base de la pirámide se encontraría la percepción emocional. Esta destreza emocional consiste en la habilidad para identificar y reconocer tanto los propios sentimientos como los de aquellos que te rodean. Esta habilidad se refiere al grado en el que los individuos pueden identificar convenientemente sus propias emociones, así como los estados y sensaciones fisiológicas y cognitivas que éstas conllevan.


     2.     La facilitación o asimilación emocional

La facilitación o asimilación emocional implica la habilidad para tener en cuenta los sentimientos cuando razonamos o solucionamos problemas. Esta habilidad se centra en cómo las emociones afectan al sistema cognitivo y cómo nuestros estados afectivos ayudan a la toma de decisiones. También ayudan a priorizar nuestros procesos cognitivos básicos, focalizando nuestra atención en lo que es efectivamente importante.

En función de los estados emocionales, los puntos de vista de los problemas cambian, incluso mejorando nuestro pensamiento creativo.


     3.      La comprensión emocional

La comprensión emocional implica la habilidad para desglosar el amplio y complejo repertorio de señales emocionales, etiquetar las emociones y reconocer en qué categorías se agrupan los sentimientos. Igualmente, la comprensión emocional supone conocer cómo se combinan los diferentes estados emocionales dando lugar a las conocidas emociones secundarias (los celos pueden considerarse una combinación de admiración y amor hacia alguien junto con un matiz de ansiedad por miedo a perderla debido a otra persona). Por otra parte, incluye la habilidad para interpretar el significado de las emociones complejas, por ejemplo, las generadas durante una situación interpersonal (el remordimiento que surge tras un sentimiento de culpa y pena por algo dicho a un compañero, de lo que te arrepientes ahora). Contiene la destreza para reconocer las transiciones de unos estados emocionales a otros (la sorpresa por algo no esperado y desagradable, el enfado posterior y su expresión, y finalmente, el sentimiento de culpa debido a esa manifestación de ira desmedida) y la aparición de sentimientos simultáneos y contradictorios (sentimientos de amor y odio sobre una misma persona).


     4.      La regulación emocional

La regulación emocional es la habilidad más compleja de la IE. Esta dimensión incluiría la capacidad para estar abierto a los sentimientos, tanto positivos como negativos, y reflexionar sobre los mismos para descartar o aprovechar la información que los acompaña en función de su utilidad. Además, incluye la habilidad para regular las emociones propias y ajenas, moderando las emociones negativas e intensificando las positivas. Abarca la capacidad para regular las emociones de los demás, poniendo en práctica diversas estrategias de regulación emocional que modifican tanto nuestros sentimientos como los de los demás. 

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

Lo primero de todo, empezaremos por destacar las definiciones que diversos autores han dado sobre la Inteligencia Emocional desde sus orígenes. 

El término de Inteligencia Emocional no emergió hasta que P. Salovey y J. Mayer (1990) utilizaron este concepto para describir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito, definiendola como “la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellas y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propio”

En 1993, Howard Gardner empieza a tratar el tema de la inteligencia personal hablando de las emociones propias y ajenas en su libro Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica, donde define la Inteligencia Emocional como "uso inteligente de las emociones, es decir, de forma intencional hacemos que nuestras emociones trabajen para nosotros, utilizándolas con el fin de que nos ayuden a guiar nuestro comportamiento y a pensar de qué manera pueden influir mejorando nuestros resultados” 

Pero no fue hasta 1995 cuando tomó impulso y llegó a toda la sociedad, gracias al psicólogo y periodista Daniel Goleman, quien destacó la relevancia de la Inteligencia Emocional por encima del CI a la hora de alcanzar tanto el éxito profesional como el personal. Profundiza la definición de éste concepto refiriéndose a “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos”. 

Por tanto, tras revisar la variedad de definiciones que realizan los autores anteriormente mencionados, podemos concluir que la Inteligencia Emocional se refiere al conjunto de habilidades, capacidades, actitudes y competencias para reconocer nuestros sentimientos, así como los de los demás, controlándolos y dominándolos frente a las situaciones de la vida.