Las
emociones son sentimientos de gran utilidad en nuestras vidas, y por ello, muy
importantes. Nos ayudan a enfrentarnos a situaciones de la vida cotidiana dando
una respuesta inmediata, a tomar decisiones, a enriquecer nuestros recuerdos y
a favorecer las relaciones interpersonales, aunque también, pueden surgir en
momentos inadecuados, o con una energía excesiva que puede llegar a
perjudicarnos. Por esto es imprescindible trabajar las emociones, ya que nos
permiten lograr nuestro conocimiento personal para alcanzar una vida más plena
y equilibrada, conectando con nosotros mismos, y con nuestro entorno.
A
medida que una persona desarrolla su inteligencia emocional, es probable que su
capacidad vaya mejorando en ciertos aspectos como:
Según
Mayer, Roberts y Barsade (2008), desarrollar la Inteligencia Emocional en el
aula tiene una serie de consecuencias tanto en los alumnos como en los
profesores:
Daniel Goleman publicó su bestseller en 1995, en el que destacó la
relevancia de la Inteligencia Emocional por encima del CI a la hora de alcanzar el éxito profesional. Plantea, como personas con una inteligencia emocional alta logran tener mayor éxito en su vida (80%), que otros con un coeficiente intelectual alto (20%).
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